lunes, 8 de febrero de 2010

CRISTINA

Además del amor




Me gusta porque se para así, con suficiencia. Porque los mira con unos ojos que todos quisieran entender y no entienden y por eso prefieren adjudicar el asunto a unos presuntos "aires de superioridad". Aún así me gustaría.
Me gusta porque los deja muy chiquitos, casi sin quererlo, aunque a esta altura de las circunstancias, sabe muy bien con que tipo de imbéciles trata. Los deja muy chiquitos con su sola presencia, y ellos se sienten muchos más chiquitos todavía. No sé por qué, no puedo asegurarlo, pero parece un innato complejo de inferioridad de gran parte de los argentinos: tenemos que ser como Europa, tenemos que ser como EE. UU., tenemos que ser como Brasil, como Chile o Uruguay. Nunca nosotros, este es un país que "no merece vivirse". Pero nunca se van.
Me gusta porque los tipos ahí, parados frente a ella, piensan realmente que es una "soberbia". Y no necesita hacer demasiado para que se sientan unos gusanos. Simplemente dan rodeos interminables, dan vueltas sin sentido para nunca hacer la pregunta que quieren hacer. Y si tienen algo que reprocharle, alguna conducta "inmoral" o un hecho "sospechoso", jamás se hacen cargo, sino que dicen que "otros dicen", "en la calle se dice" o "la oposición dice". Nunca ellos. Son como perros buscando su propia cola.
Me gusta porque le sobra dignidad para contemplar con esa mirada de extrañeza, así, arrugando la nariz, sus enmascaradas acusaciones y para enfrentar sin subterfugios las preguntas pretensiosamente "comprometedoras". Porque le sobra la sorna para mirarlos y decir mucho más sin hablar que hablando.
Me gusta porque sin esfuerzo ni actitudes afectadas es capaz de hacerles supurar esa hipocresía y cinismo, su odio y su envidia. Porque todo eso que critican de su materia y su intelecto, es precisamente lo que quisieran tener. Las mujeres y los hombres, nadie se salva. Buena pilcha e inteligencia, maquillaje y discurso, alto pelo y
metáfora que hiere.
Me gusta porque arde con cada palabra, cada palabra es un misil con destinatario prefijado. Me gusta porque no mide sus gestos que tanto molestan a los puritanos, propios y ajenos. Porque mueve el dedito, así asi, y es como si lo moviera en el culito del poderoso.
Me gusta cuando se ríe, que son las menos de las veces, porque la risa le sale de las entrañas. No es una risa de plástico como la de De Narváez o cínicamente forzada como la de Carrió. Me gusta también cuando parece que va a llorar y no llora, y se aguanta las lágrimas en la garganta, como esquirlas que la laceran. Pero se la banca.
Me gusta porque no busca falsas complicidades, porque no quiere caerles bien a los que ya la condenaron in eternus, y porque siempre, redobla la apuesta. Me gusta porque soporta todas las lapidaciones y no se pone en el lugar de la víctima constante.
No es periodismo objetivo lo que hago. No es periodismo. Sólo estoy hablando de la chica que me gusta, además del amor profundo que le profeso. Aunque su amor no me sea exclusivo y ella tenga esa capacidad de amar a muchos. Eso también me gusta.


No se quien lo escribió pero lo comparto
MARIA EVA

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